Los orígenes institucionales de
la educación de las personas sordas en México inician con la creación de la
Escuela Municipal de Sordomudos en junio de 1866.
Posteriormente, el presidente Benito Juárez promulgó la Ley Orgánica de Educación, el 2 de diciembre de 1867; de manera particular destaca el Capítulo II, porque en él se establece que en la Escuela de Sordomudos, los alumnos deberán aprender lengua española escrita expresada por medio del alfabeto manual y pronunciado cuando haya aptitud para ello. En este mismo decreto se le dio el carácter de nacional a la Escuela de Sordomudos, tanto a la que atiende niños sordos como a la que forma profesores de sordos. Sin embargo, fue bajo el gobierno de Maximiliano de Habsburgo, que se concretó la creación de la primera escuela de carácter público especializada en atender a los niños y jóvenes sordos en México.
Posteriormente, el presidente Benito Juárez promulgó la Ley Orgánica de Educación, el 2 de diciembre de 1867; de manera particular destaca el Capítulo II, porque en él se establece que en la Escuela de Sordomudos, los alumnos deberán aprender lengua española escrita expresada por medio del alfabeto manual y pronunciado cuando haya aptitud para ello. En este mismo decreto se le dio el carácter de nacional a la Escuela de Sordomudos, tanto a la que atiende niños sordos como a la que forma profesores de sordos. Sin embargo, fue bajo el gobierno de Maximiliano de Habsburgo, que se concretó la creación de la primera escuela de carácter público especializada en atender a los niños y jóvenes sordos en México.
El primer programa educativo de
esta escuela (1867) pretendió dotar de cierta instrucción básica a las personas
sordas, aunque por la diferencia que existió entre este plan de estudios y los
cursados por los oyentes de la época no pueden ser equiparados (Jullian
Montañés, 2001:88). La escuela preparaba a los alumnos sordos en oficios prácticos
como litografía, tornería, sastrería, zapatería, tipografía, encuadernación y
carpintería, así como en el cultivo de hortalizas.
Los debates y las conclusiones
del Congreso de Milán empezaron a influir en la tendencia educativa de las
personas sordas en Europa y en otros países como México. Dicho Congreso se
convirtió en un parteaguas en la educación de los sordos; en consecuencia, durante
el siglo XX el oralismo comenzó a ser considerado como la única manera de integrar
a los sordos a la sociedad: “La lengua de señas fue prohibida y censurada para
que el sordo tuviera la aceptación dentro de una sociedad mayoritaria” (Segura,
2007).
Escuela Nacional de Sordomudos |
La Escuela Nacional para
Sordomudos y Ciegos funcionó hasta los últimos años de la década de 1960 y fue
hasta 1929 que el padre Rosendo Olleta retomó la atención hacia los sordos y
brindó un gran impulso en su iglesia hacia el trabajo con esta comunidad.
Hacia mediados del siglo XX
surgieron instituciones privadas que intentaron dar respuesta a la atención de
las personas sordas, en su mayoría con un enfoque oralista.
A nivel gubernamental, desde el
año 1969, el Instituto Nacional de la Comunicación Humana de la Secretaría de
Salud, hoy integrado al Instituto Nacional de Rehabilitación, brinda atención
clínica y rehabilitatoria a la población sorda.
Por otra parte, el 18 de
diciembre de 1970 se creó la Dirección General de Educación Especial (DGEE),
con el objeto de organizar, dirigir, desarrollar, administrar y vigilar el
sistema federal de esta educación, así como la formación de maestros
especialistas en esta área.
Durante los años 80 la DGEE
empezó a ofrecer programas de intervención temprana, creó escuelas de educación
especial, Grupos Integrados Específicos para Hipoacúsicos (GIEH) en la escuela
regular, así como los primeros Centros de Rehabilitación y Educación Especial
(CREE).
En 1960, debido a los estudios
realizados por el lingüista estadounidense William Stokoe (Sánchez, 2007), que
las lenguas de señas y su importancia en la educación de las personas sordas
fueron revaloradas, surgiendo las nuevas propuestas de educación bilingüe hacia
el término del siglo.
Ser bilingüe no significa hablar
dos idiomas al mismo tiempo, ni en el caso de los sordos ni en ningún otro
caso. Diversas investigaciones sobre lenguas de señas en diferentes partes del
mundo, han demostrado que el intento de la corriente de la Comunicación total, mediante
lo que denominó el bimodalismo (hablar y signar a la vez) no es válido ni
posible.
Ser bilingüe significa conocer y
manejar, en un nivel u otro, dos lenguas diferentes. “El bilingüismo no
requiere que la persona sea igual de competente en todas las lenguas, ni que su
competencia permanezca invariable a lo largo del tiempo” (Rodríguez, 2005:39);
esto es, que el niño sordo que desarrolla una lengua de señas, puede ir
aprendiendo también el español como una segunda lengua, en su modalidad escrita
(o hablada según sus posibilidades y sus restos auditivos), pero su competencia
en la última no será necesariamente igual que en la primera, y dependerá del
trabajo que se realice en la escuela, para que logre acceder a un nivel de
competencia superior en el conocimiento de la lengua de la mayoría de las
personas.
Por lo que las niñas y los niños
sordos, cualquiera que sea el nivel de pérdida auditiva que presenten, deben
tener derecho a crecer bilingües y a conocer las dos culturas en que estarán
inmersos; al conocer y usar la lengua de señas y el español, el niño alcanzará un
completo desarrollo de sus capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales. Tener
contacto desde una edad temprana con dos lenguas ofrece a cualquier niño, y en
este caso al niño sordo, un óptimo desarrollo cognitivo y personal, aunado a la
posibilidad de identificarse culturalmente con dos comunidades lingüísticas.
Tipos de bilingüismo:
Según la edad de adquisición de las
dos lenguas:
- En el bilingüismo simultáneo se presentan al niño/a Sordo/a las dos lenguas (lengua de signos y lengua oral) al mismo tiempo. Esta simultaneidad debe entenderse como la adquisición y/o el aprendizaje de las dos lenguas a la misma edad, pero en momentos diferenciados; es decir, el/la alumno/a Sordo/a comienza la adquisición de la LSE y el aprendizaje de la lengua oral en el mismo curso escolar, aunque los docentes trabajan cada lengua en horarios y espacios claramente definidos y diferenciados.
- Bilingüismo sucesivo se aprende una segunda lengua en una edad posterior a la adquisición de la primera lengua. Este tipo de bilingüismo se sustenta en la idea de que la adquisición por parte del/la niño/a de una base lingüística sólida sirve de andamiaje o pilar para todos los aprendizajes posteriores.
- Se considera que una persona Sorda es bilingüe-bicultural cuando interioriza los dos grupos culturales de su entorno: la Comunidad Sorda y la sociedad oyente; esto es, no sólo cuando conoce los valores, la tradición y la lengua, sino cuando los valora y acepta.
- Se considera que una persona Sorda es bilingüe-monocultural cuando sólo se apropia de la cultura de uno de los dos grupos; es decir, aunque conoce y utiliza ambas lenguas, su entorno está condicionado tan sólo a uno de los grupos culturales.
FUENTES CONSULTADAS
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